domingo, 22 de mayo de 2011

Los Bíblicos (1860-1898)

Rev. Dr. Pablo E. Rojas Banuchi, M.Div.; Ph.D.

UNA BIBLIA LLEGA A MANOS DE UN BORICUA



Allá para el año 1860, existían relaciones de carácter comercial entre las colonias holandesas y la isla de Puerto Rico. Aparentemente por el puerto de Isabela (uno de varios puertos en la Isla), para aquel tiempo llamado San Antonio de la Tuna, era que entraban de vez en cuando; mercaderes con productos traídos desde San Thomas. Era en esta región desde Isabela hasta Aguadilla (zona próspera y abundante en productos agrícolas) que se intercambiaron los artículos importados por productos nativos en el intercambio comercial. Por otro lado, fue la época en que se sueltan los nudos legales que mantenían aún a decenas de miles de puertorriqueños en estado de servidumbre mediante la esclavitud y la libreta. La política madura y aparecen tendencias separatistas, reformistas y conservadoras. Un buen día para esta fecha (1860) llega a las costas de Puerto Rico, L. Heiligher, un comerciante holandés que había estado radicado en St. Thomas (Rodríguez 1972, 18). Heiligher (en otros escritos Heiliger/Gheligher) se dedicaba al negocio de "granos" y dominaba el idioma español. Desembarcando probablemente por Aguadilla compró una finca y se estableció en el barrio que hoy se conoce como Maleza Alta.
Heiligher quien poseía un celoso espíritu religioso, llegó con una Biblia protestante. Esto trajo como consecuencia que las autoridades españolas le informaran de lo prohibido de tal acción. Tal señalamiento no detuvo a éste extranjero, sino que despertó el celo evangelista del mismo. Inmediatamente en los terrenos que había adquirido, tenía una casa dedicada a la doble función de almacén de productos agrícolas y de escuela donde enseñaba clases de religión y se estudiaban las Sagradas Escrituras de acuerdo al punto de vista protestante.
Heiligher tuvo contacto con muchos, pero un día en calidad de negocios conoció a don Antonio Badillo Hernández. Heiligher descubrió que éste era muy buen católico romano, pero que desconocía los principios básicos y bíblicos de la fe cristiana. Aprovechando esta eventualidad Heiligher tomó un ejemplar de la Biblia que portaba, y se la entrego a Badillo para que la leyera y así podría convertirse en un buen cristiano. Sobre tal encuentro el Rvdo. Domingo I. Rosado nos relata: "Allí cultivó la amistad de un agricultor puertorriqueño, quien llegó a dedicarse al estudio de la Biblia. Con la ayuda de Heiligher, que era presbiteriano". Casi podríamos decir que Heiligher fue el primer ministro protestante que hubo en la isla. En el libro Estampas de Nuestra Iglesia citado por Haydeé E. Reichard de Cancio, aparece la siguiente referencia: "a un inglés de apellido Herlinger fue el primer ministro protestante en la isla, y ejerció su ministerio ilegalmente en Aguadilla para 1860. Nunca construyó un edificio para iglesia..." Sólo se sabe que se reunían en secreto, leían la Biblia en español y propagaban sentimientos anti-españoles a medida que predicaban la doctrina protestante. Obviamente eran tiempos difíciles para estos grupos, bajo el sistema del gobierno español. En otras palabras, la vida política de Puerto Rico, bajo ese régimen, se podría resumir con términos como "dictadura", "despotismo" y "gobierno de los pocos, para los pocos."
Dicho absolutismo significó para Puerto Rico, entre otras cosas la persecución de todo aquel que profesara ideas liberales, reformistas o separatistas, o abogaban por la culminación de las injusticias. No hay duda alguna que Heiligher era un propagador de estas ideas. Sin embargo, no existen fuentes primarias impresas sobre el origen y proceder de Heiligher. No obstante, en el libro La Inmigración a Puerto Rico durante el Siglo XIX, de Estela Cifre de Loubriel; aparece la siguiente ficha: "Heiliger, Eduardo. 1868. Natural de Santa Cruz; de 54 años de edad; casado; reside en Isabela; propietario de Hacienda de caña y de 21 esclavos; juez de paz; partidario de la causa separatista, contribuye con 250 pesos para ese fin; reside en Mayagüez en calidad de domiciliado en 1874. Inscrito natural de Dinamarca.
De igual forma otro dato que nos arroja luz sobre la figura de éste evangelista extranjero lo es el libro de la Profesora María Judith Colón, Historia sobre Isabela. En este escrito aparece Eduardo Heyliger, como dueño de una hacienda de caña en el barrio Guayabos, valorada en 12,580, con dotación de 21 esclavos y quien llegara a Isabela, allá por el año 1850. Es posible pues no hay evidencia contundente para llegar a conclusiones, que exista una relación entre el Heiligher de Maleza Alta de Aguadilla y el hacendado de Isabela, Eduardo Heyliger. De Heiligher se indica que fue apresado durante el tiempo posterior al Grito de Lares junto al presbítero Don Juan de Dios Díaz el 10 de octubre de 1968.
Del encuentro entre don Antonio y el danés Heiligher, el primero se convierte aceptando los nuevos patrones y formas de servir y seguir a Jesús. Es así que juntos comienzan a predicar El Evangelio entre los campesinos de la zona. Don Antonio Badillo se había entregado a la lectura del texto sagrado. Y como consecuencia en la sala de su hogar se reunía con sus familiares y amigos para leer en alta voz las Sagradas Escrituras. Una llama se había encendido. Si bien es cierto que Heiligher, de espíritu fervoroso inició ésta llama, don Antonio seria el cabecilla de eventos significativos para la isla. Y sólo porque un danés le dio una Biblia a un boricua.

DEL CÓMO SE LES LLAMÓ LOS BÍBLICOS
Como mencionáramos anteriormente, a raíz de la devocional lectura de las Escrituras don Antonio comenzó a celebrar reuniones en su casa que muy pronto adquirieron fama. El Dr. Cabrera nos expresa que toda esa región de Aguadilla, a virtud de la influencia de Badillo, los primeros evangélicos fueron conocidos con el nombre de "Los Bíblicos", debido a que ellos desconocían las distintas denominaciones y calificativos de sectores evangélicos. Badillo y sus seguidores sólo conocían un texto la Biblia; y este distintivo les hizo distinguirse más como bíblicos que luteranos, así se denominaba a los evangélicos en aquel tiempo por los católicos. Puede ser que de alguna manera Heiligher ayudara a Badillo en sus inicios. Hay evidencia escrita que en las cercanías del pueblo de Aguadilla, para aquella época, residía una familia que se apellida Eilinger, y que eran de origen danés. La lectura de la Biblia tenía fascinado a don Antonio. Y esto sólo se había dado en una relación comercial. Pero, para él, según el Dr. Cardona: "...había sido un encuentro con Dios. De don Antonio se cuenta, que en ocasiones se retiraba a la playa a pelear con el diablo. Se decía también que vendía sacos de habichuelas en los que echaba "piedrecitas" para aumentar su peso. Aunque todo esto no son más que especulaciones producto de leyendas que adornan la realidad histórica; don Antonio había sido transformado por el nuevo mensaje" (1976, 78).

DE LA PERSECUSIÓN CONTRA ESTOS
A raíz de la fama de este movimiento las autoridades españolas comenzaron a investigar. En frecuentes ocasiones su casa fue registrada por los agentes de la Guardia Civil. En una ocasión el sacerdote de Aguadilla logró que el juez enviara una comitiva de la Guardia Civil Española al barrio de Maleza Alta donde residía Badillo para que buscaran por toda la casa "la famosa Biblia que tanto daño estaba haciendo." Después de una búsqueda infructuosa en todos los rincones y alrededores de la casa regresaron a Aguadilla con el siguiente reporte: "Si este hombre es un hereje, está realizando una gran obra en aquel barrio, pues tanto él como su familia están atendiendo en un hospitalizo que él ha construido cerca de la casa a unas cuantas personas enfermas con la viruela". Las autoridades para 1860 estaban muy alertas a todo indicio separatista. Fue una década de aprendizaje político para estos separatistas y aún para los reformistas puertorriqueñas. De ahí que el gobierno, estuviera alerta a posibles conspiraciones. No le perdía ni pie ni pisada a los líderes de ambos bandos. Aunque no existe evidencia alguna que Badillo como líder de Los Bíblicos apoyara los futuros intentos de independencia, sí se vislumbran elementos de su posible respaldo al luchar por la libertad religiosa. El Dr. Cabrera parece acercarnos a tal conclusión. Para aquel tiempo existía una intolerancia religiosa que hacia que Los Bíblicos se reunieran de noche cuando nadie podía estar vigilando por los alrededores.
En ocasiones su casa fue incendiada con tal de que la Biblia desapareciera, pero don Antonio hábilmente la mantenía oculta en un hoyo que este cavó y cubrió con paja cerca del rancho donde laboraba los productos agrícolas. Era su tesoro para educar y enseñar a sus hijos sobre los caminos del Reino y de igual forma como buen cristiano rendir una labor digna a su comunidad. Eran pues trágicos y tétricos días de intolerancia religiosa. Al leer la carta del primer Obispo e Inquisidor de la isla, Alonso Manso, se puede notar su deseo de eliminar las fuerzas protestantes: "Y para remachar el clavo contra los autores de herejías lease la carta de su majestad el Rey dirigida a los Arzobispos y Obispos de las indias sobre ciertas herejías, fechada en Valladolid a 13 de julio de 1559." De hecho, se dice que don Antonio se dedicó a salvar tres condenados al exilio en las islas de Fernando Poo en África y lo hizo llevándoles al pozo Jacinto de Isabela hasta una embarcación clandestina que los esperaba. Sin embargo, ante la persecución Badillo mostró valor y astucia y habilidades sobresalientes.
Un detalle interesante es que los miembros de éste movimiento muy poco revelaban sobre lo que hacían en dichas reuniones. Solo se podía observar su devoción al compartir el mensaje del Evangelio con otros. Pero sobre los cultos una vez ingresaban sólo se sabía que leían la Biblia, la interpretaban a su manera (y podemos pensar, muy a tono a su realidad histórica) y entonaban cánticos. Nos relató Doña Antolina Vélez famosa educadora y fiel cristiana; que su madre (Anacelia Quiñones) sólo le decía que iba para la reunión de Los Bíblicos. Y mientras se alejaba iba entonando aquellos cánticos. "Para aquel tiempo yo sólo tenía 6 años... y yo le preguntaba mamá para dónde vas... y ésta me contestaba -para los Bíblicos." Le preguntamos a Doña Antolina sí conocía sobre documentos o algún orden de culto de estos y nos dijo: "de eso no hay nada... y yo nunca vi ninguno." A pesar de los pesares, Badillo continuó su prédica y preparando el ambiente. Terreno que aprovecharían los misioneros americanos.

SOBRE LA TEOLOGÍA DE LOS BÍBLICOS
No hay duda alguna que el protestantismo había llegado para quedarse. Este mostraba numerosos adeptos entre los extranjeros que llegaban a nuestras playas y entre los jóvenes isleños (estos se iban a estudiar a países como Alemania, Inglaterra y Estados Unidos).
Sobre nuestro grupo en cuestión, no existe evidencia concreta que nos señale que de alguna manera tuvieran contacto con estos libros. Si de construir una teología sobre Los Bíblicos se trata, no hemos de ir más allá de los principios "reformados" que ya se habían iniciado en Europa bajo la dirección de Calvino y que para aquella época eran difundidos por los presbiterianos en los Estados Unidos. Todo parece apuntar que Heiliger era Presbiteriano. Recordemos lo antes expuesto por el Rvdo. Domingo I. Rosado: ".. con la ayuda de Heiliger que era presbiteriano." Tal teoría parece cobrar más credibilidad cuando la Iglesia Presbiteriana en los E.U.A. empezó obra misionera en los barrios de Maleza Alta y de Montaña, en Aguadilla. Estos misioneros presbiterianos que llegan a la isla como consecuencia de la Invasión Norteamericana (1898), se encuentran con Los Bíblicos. Aquel día Los Bíblicos curiosamente fueron a escuchar a los recién llegados extranjeros, descubriendo que lo que estos predicaban no tenía diferencia alguna en cuanto a lo que ellos creían y profesaban. Más bien parece, que Heiliger y don Antonio hablan preparado el terreno apropiado para el presbiterianismo.

LLEGAN LOS NORTEAMERICAN0S (1898)
Para 1873, la proclamación de la República Española propició la oportunidad para que las iglesias protestantes pudiesen establecerse o tolerarse en la Península y en sus posesiones ultramarinas. Esto propició el ambiente para que los anglicanos pudieran establecerse en la ciudad de Ponce, siendo los primeros en construir un templo no católico en suelo de territorio español. Ya tal acontecimiento nos sugiere lo que habría de acontecer más adelante, Puerto Rico se vislumbraba como campo misionero del protestantismo americano. Fue la Guerra Hispano-Americana-Cubana la que impulsó la oportunidad en los Estados Unidos de ampliar su esfera de influencia religiosa. La misma se iba a efectuar a costa del "oscurantismo español y del romanismo". De ahí que los grupos protestantes norteamericanos entendían que su misión era la de completar la obra civilizadora que la democracia norteamericana iba a llevar a las nuevas posesiones. Eran estos dos sagrados deberes: el patriótico y el religioso, la base de la prensa protestante y la prensa secular. Fue así que, para el 10 de diciembre de 1898 bajo el Tratado de París; se hizo posible que Puerto Rico pasase a los Estados Unidos de América. Cuando los norteamericanos llegaron a Ponce se cuenta, que las campanas del templo anglicano que por ley se mantenían mudas, lanzaron sonidos de libertad religiosa. Respecto a Los Bíblicos y su relación con tal magno acontecimiento histórico se dice, que en Aguadilla (y según relata el Dr. Torres Oliver), "algunos participaron en guerrillas ayudando a las tropas americanas."
En Aguadilla al llegar el primer misionero americano (que era presbiteriano), el Rvdo. Judson L. UndenHood en enero de 1900 comenzó a cosechar los frutos del Evangelio sembrado por don Antonio Badillo. Gracias a esto, se organiza para el 1901 la Primera iglesia Presbiteriana en Aguadilla y que para el 1904 tuviera 400 miembros. No obstante, el 26 de mayo de 1912, un grupo de hermanos de la iglesia Presbiteriana en Maleza Alta, residentes en el Barrio Montaña, fueron organizados como iglesia por el Presbiterio de Puerto Rico. Tales obras misioneras y luego iglesias presbiterianas, podríamos decir, fueron producto directo de lo que don Antonio junto a sus seguidores iniciaron en los alrededores del oeste de la isla.

DE LO QUE OCURRIÓ CON LOS BÍBLICOS
Antes que nada hay que señalar que Los Bíblicos no desaparecieron. En virtud de lo antes expresado, estos se unen a la tradición reformada transmitida por la iglesia Presbiteriana que en calidad de admisión" se allega a nuestras costas. Aunque como movimiento independiente deja de existir, muy pronto aparecen entre las milicias presbiterianas. Para cuando Underwood los encontrara, descubre que estos sabían el Sermón de la Montaña, el Decálogo y que los niños repetían el Padre Nuestro todas las noches antes de acostarse; esto no era más que el reflejo de la obra realizada por don Antonio en aquellos días de persecución. Si por "desaparecer" se entiende que Los Bíblicos se desintegraron, tendríamos que decir NO. Simplemente estos se fusionaron" a las ideas presbiterianas en las que no encontraron conflicto alguno. Sin embargo, su principal caudillo Antonio Badillo Hernández muere socorriendo a los enfermos de una epidemia de viruela que por aquellos días se dio. Por eso su mayor logro fue preparar a un grupo de hombres que continuarían sus ejecutoriase Entre estos hombres podríamos mencionar a Baldomero Badillo Bello, Juan B. Fernández Badillo; ministros ordenados y que salieron a servir de la Primera Iglesia Presbiteriana en Aguadilla.
Entre los actuales ministros y de descendencia directa de los Bíblicos podemos mencionar al Rvdo. Eliezer Fernández (Presbiterio de san Juan) y al pastor Rvdo. Dr. Carlos A. Torres Badillo, D.Min. (Presbiterio del Noroeste) quien fuera en un tiempo anciano gobernante de la iglesia en Montaña (1987); hoy día es pastor de la Iglesia Presbiteriana en el Bo. Ceiba Baja en Aguadilla. De igual forma, no podemos dejar de mencionar a don Pablo Fernández (destacado músico sacro). Entre las mujeres podemos mencionar a Carmita Badillo (quien se destacara en el Coro de Montaña (1936-41), Awilda Badillo de Fernández, Carmen M. Fernández (ancianas gobernantes) y a Esther Badillo, diaconisa en la iglesia en Montaña.

A MANERA DE CONCLUSIÓN
Hoy día la Iglesia Presbiteriana (EUA) ha expandido sus fronteras en la isla. El impulso evangelizador fue gracias a Don Antonio Badillo y sus seguidores, quienes no importando la persecución en la que se vieron enfrascados; su labor de predicar el Evangelio de Cristo, no se vio frustrada por intentos anti-evangélicos.
Tildados de "independentistas" y "revolucionarios" los de su época no comprendieron que su proceder no fue más que una respuesta al sistema opresor de sus tiempos. Su lucha por la libertad estaba mediatizada por un deseo de servir y lograr mejores estilos de vida. por eso, no es de extrañarnos que Don Antonio creara una escuelita y un pequeño hospital, y todo esto por lo difícil que en aquella época era conseguir tales privilegios. En fin, los bíblicos son patrimonio histórico de nuestro sentir evangélico, pero también de todos aquellos/as que tratando de reconstruir la historia cristiana de Puerto Rico recurren a éste movimiento para trazar los primeros esbozos de un Puerto Rico "protestante."
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Tomado del libro (ensayo) del mismo autor.

Libros del Rev. Rojas-Banuchi


Los Bíblicos (1860-1898): Precursores del Protestantismo en la Zona Oeste de Puerto Rico

Breve ensayo histórico sobre el movimiento autóctono de los "bíblicos" un grupo cristiano minoritario y clandestino que predicaba, bajo el régimen español, ideas de corte evangélicas en la zona noroeste de la isla. (Para copias, solicitar directamente al autor).
 
Vida Cristiana y Espiritualidad en Juan Calvino (Ver en wordclay.com en Bookstore).

Académicos como William J. Bouwsma han señalado que “la espiritualidad de Calvino ha recibido escasa atención por parte de los eruditos, en parte porque la concepción de su espiritualidad ha ocupado poco lugar en la investigación protestante, debido a la tendencia tardía de considerar a Calvino principalmente como un teólogo dogmático.” Tal vez por ello, el mensaje y discurso teológico sobre espiritualidad de Calvino ha sido poco estudiado por algunos sectores eclesiásticos que responden a la Tradición Reformada. El presente escrito pretende entonces contestar las siguientes preguntas: ¿Existe una teología espiritual en la obra de Calvino; específicamente en su Institución? ¿Cuáles son sus características principales? ¿Puede describirse la espiritualitad de Calvino como una holística (integral)? ¿Cómo puede entonces el estudio y análisis de la espiritualidad de Calvino enriquecer la vida teológica y praxis de la fe de los miembros de una congregación? ¿En qué consiste entonces una espiritualidad reformada? Es la intención de la presente tesis demostrar que la espiritualidad que se desprende del pensamiento de Calvino ofrece entonces los planteamientos teológicos necesarios para la construcción de un modelo de espiritualidad holística desde la perspectiva reformada. Ello permite desarrollar los elementos esenciales para una teología del compromiso y servicio cristiano ya que el foco de la espiritualidad reformada no es sacarnos de la sociedad misma, sino ayudarnos a integrarnos a la misma así como a la eventual transformación de ésta. En contraste con lo anterior aunque existe una variedad de literatura sobre la teología de la espiritualidad que ha investigado la relación entre la vida espiritual y la responsabilidad ética y social del cristiano con el mundo, no existe una investigación académica desde el margen hispano que establezca dicha relación desde una perspectiva Reformada (sobre Calvino) en el contexto del quehacer teológico puertorriqueño y menos, en la Iglesia Presbiteriana y otras de Tradición Reformada en Puerto Rico y el Caribe. El presente trabajo pretende entonces ser una aportación a dicha investigación y diálogo. 

Hacia una Telogía Litúrgica Reformada Contemporánea: Senderos Teológicos desde una Perspectiva Hispano-Caribeña (Ver wordclay.com en Bookstore).

El presente libro es una reflexión teológica sobre el tema de la adoración cristiana desde una perspectiva reformada. Se analiza y profundiza en el tema según la realidad de las iglesias reformadas en el contexto hispano-caribeño, particularmente: Puerto Rico. Se proponen y plantean como resultado del análisis (y de frente a la corriente postmodernista), los senderos y caminos teológicos que la teología litúrgica actual debe asumir. El presente ensayo no es un manual de adoración cristiana, sino un ensayo teológico-reflexivo.

 Signos Visibles de la Gracia de Dios: Teología y Espiritualidad Sacramental Una apreciación Reformada (Ver wordclay.com en Bookstore).

En el presente escrito presentamos de manera breve lo que a mi juicio son aquellos valores sacramentales que debemos recordar y preservar en “aras” de promover la vigencia de una teología que se mantiene viva a través de su tradición bíblica. El sacrameno del Bautismo y de la Santa Cena tienen todavía un lugar central en la liturgia de la iglesia y en el desarrollo espiritual de los creyentes. Dado que existe actualmente una re-valorización de los sacramentos en la vida de la iglesia y el deseo de profundizar en el significado de los mismos, el presente escrito pretende aportar (desde una perspectiva básica) alguna luz en dicha discusión. Es una invitación a re-descubrir sus significados y aplicaciones prácticas a la vida cristiana. Se ha escrito tomando en cuenta al creyente laico que día a día se nutre de la vida de la iglesia y sus enseñanzas.

Si deseas adquirir alguno puedes escribirme a: pblrojas@yahoo.com

Aspectos Básicos de la Teología de Juan Calvino

Rev. Dr. Pablo E. Rojas Banuchi, M.Div.; Ph.D.


Go to fullsize imageLa teología y pensamiento de Calvino es una centrada en Dios y en la obra redentora de Cristo hacia la humanidad perdida. Su teología pone énfasis en la obra de Dios como autor y consumador de la fe. De este modo, el fin último de todo ser humano es, darle toda gloria y honra a Dios. En este sentido podemos resumir de manera breve su teología en los siguientes puntos a saber.

1. El conocimiento de Dios y el de nosotros mismos
 
A. Calvino atribuía gran importancia a todo el problema del conocimiento, es decir, de qué manera conoce el ser humano a Dios y a sí mismo. Señala Calvino que el hombre conoce a Dios por el mismo acto con que se conoce a sí mismo.

B. En el primer capítulo del libro Primero (de su Institución), dice que la verdadera y sólida sabiduría consiste en dos puntos, a saber: 1) el concimiento de Dios y, 2) el conocimiento de nosotros mismos. Calvino afirma que nadie puede contemplarse a sí mismo sin que al momento se sienta impulsado a la consideración de Dios en el cual vive y se mueve. Esto, porque el ser humano por sí mismo no se da cuenta de su condición y necesidad (Inst. 1.1.2.).

C. Dado que el ser humano fue creado a imagen y semejanza de Dios, y siendo esa imagen (de Dios) indestructible, dice Calvino, que su vestigio sobrevivió a la caída del hombre en Adán. Por tanto, hay en el hombre un residuo de aquella imagen divina que subsistió en medio de los efectos de la caída, y debido a esto el ser humano permanece ser humano, aunque es al mismo tiempo un ser totalmente depravado.

D. Este hombre caído, a pesar de su condición, afirma Calvino, conserva un conocimiento innato escrito en el corazón (de la divinidad), y a la vez conciencia propia (Inst. 1.3.1). Este conocimiento innato puede ayudarle a saber que existe una divinidad, pero la caída afectó tanto la naturaleza humana que aquel conocimiento original de Dios no basta para el hombre.

E. El defecto no se encuentra en la revelación natural, sino en el hombre pecador que ya no es capaz de pensar los pensamientos de Dios ni cumplir sus mandamientos. No se trata que Dios se dejara así mismo sin testimonio sobre su existencia, sino que el ser humano ya no puede interpretar correctamente el mensaje de la revelación natural ni acatar los dictados de su conciencia. Por lo tanto, tiene la necesidad de una nueva revelación que no sólo le hable de redención de su condición pecaminosa, sino que también le llegue en tal forma que pueda entender el mensaje. Conocer a Dios entonces es algo que nos salva y nos hace nuevos. Es ahí donde las Sagradas Escrituras juegan un papel importante como revelación especial de Dios.

F. El conocimiento de Dios tiene un contenido específico. Calvino divide este contenido específico en tres partes (ver Inst. 1.2.1):

1. Comprender lo que acerca de Él nos conviene saber, esto es, que Él es Creador, Redentor y Fuente de todos los bienes.
2. Comprender lo que es útil para su gloria; que en ningún otro se hallará la esperanza y la sabiduría.
3. Comprender lo que es necesario para honrarle: Los mandamientos y la Escritura.

2. Dios se ha revelado en las Sagradas Escrituras

A. Calvino acepta que las Sabgradas Escrituras contienen la relación de los eventos y acciones revelatorios que Dios ha querido manifestar al ser humano. Para Calvino esto significa que la Escritura ha llegado a nosotros como resultado del deseo de Dios de enseñarnos su plan redentor y sus propósitos respecto al hombre y la mujer. Por medio de la lectura de ésta y de su estudio podemos entender aquello que Dios considera necesario para nuestro conocimiento y redención. Estudiar las Sagradas Escrituras no nos hace conocer todo con respecto a Dios, pero sí nos permite entender lo que Él es.

B. Para Calvino las Escrituras son la autoridad final en todos los aspectos de la vida humana. No sólo nos instruyen en cuanto a qué debemos creer de Dios, y qué deber Él nos requiere, también proveen un marco infalible dentro del cual el ser humano puede evaluar todo lo que dice, piensa y hace.

C. Las Escrituras dan al hombre y la mujer regenerados un nuevo aprecio y discernimiento de la revelación natural que anteriormente le estaba vedado por su ceguera espiritual. De esta manera, para Calvino la Escritura nos muestra al verdadero Dios y por ello la llama: la luz de su Palabra ya que no basta conocer a Dios como Creador, sino también como nuestro Redentor, y lo uno y lo otro lo alcanzamos por la Palabra (Inst. 1.6.1).

D. Las Escrituras dan conocimiento salvador de Dios. Calvino dice: ¨En última instancia, las Escrituras bastarán para un conocimiento salvador de Dios solo cuando su certeza esté fundada en la persuasión interna del Espíritu Santo¨ (Inst. 1.8.13). Esto quiere decir, según Calvino, que las Escrituras tienen autoridad divina por medio del testimonio interno del Espíritu Santo. El “testimonio interno” del Espíritu Santo no es una nueva revelación de tipo privado, o una “decisión” existencial, sino una obra de “iluminación.” Debemos tomar en cuenta que Calvino ataca también con este punto la autoridad de la iglesia la cual pensaba en su época que: la salvación estaba en sus manos. Para Calvino, hay dos cosas que se unen a fin de darle al ser humano un “conocimiento salvador,” estas son: 1) las Escrituras y la “persuasión interna del Espíritu Santo.”

E. ¿Cómo opera esto en la realidad del ser humano? ¿Cuál es la función del Espíritu? Primero, hay que reafirmar que, el Espíritu de Dios no nos da una revelación añadida a la que está en las Escrituras, sino que nos despierta, como de entre los muertos, para que veamos y probemos la realidad de Dios en las Escrituras que las autentifica como su propia Palabra. Calvino dice: “Nuestro Padre celestial, al revelar su majestad (en las Escrituras), levanta la reverencia por las Escrituras por encima del ámbito de la controversia” (Inst.1.8.13). Para Calvino al hablar, una y otra vez, lo que sucede cuando se llega a la fe, siempre menciona la ¨majestad de Dios¨ revelada en las Escrituras como la que reivindica las propias Escrituras. En palabras sencillas, esto es que creemos que las Escrituras proceden de Dios, por encima de todo juicio humano, y nos muestran su grandeza y majestad (Inst.1.7.5). Comparar con 1 Jn. 5: 6b-11.

La iluminación de la luz divina y sobrenatural no solamente impresiona la mente, sino algo más importante, cambia la disposición del corazón. Lo que era odioso, se convierte en asunto deleitoso. No es un aumento mágico del nivel del intelecto para entender la Biblia. La iluminación implica que la razón ha sido liberada del prejuicio hostil que una vez empañaba y oscurecía el criterio u opinión. Entonces, en el momento de la conversión la vida de la persona es alterada radicalmente. Esto fue precisamente lo que le pasó a Calvino en su conversión repentina al leer las Escrituras y profundizar en ellas, la majestad de Dios lo impactó, de tal manera, que súbitamente estaba a los pies de Cristo. Lo ilustro o esbozo de la siguiente manera:

A. Dios (fuente de todo conocimiento)→
B. El Espíritu Santo inspiró la revelación de las Escrituras (al ser humano)→
C. La iluminación de esa revelación es una obra diferente del Espíritu Santo→
C. Éste nos asiste en el entendimiento del texto inspirado en la forma en que se merece la Palabra de Dios.

3. El fin principal del ser humano es glorificar a Dios

A. El luteranismo encontró su centro en la cuestión de la salvación del hombre, el calvinismo, en cambio, considera la gloria de Dios como su clave: el fin principal del hombre es glorificar a Dios y disfrutar de Él para siempre. Para Calvino Dios es un verdadero soberano, limitado sólo en cuanto a que nada puede hacer que negara sus atributos. En Dios, estos atributos se relacionan entre sí perfecta y armoniosamente de un modo insondable para la mente finita del pecador (ver Inst. 1.16.1,8; 1.17.1). Se debe tomar en cuenta que dicha doctrina es una mas bien de cuidado pastoral sobre todo lo creado por Dios. El cuida todo sobre el fundamento su propia justicia.

B. Lamentablemente, el pecado empaña la vista del ser humano y, por ende, no podemos ver la verdadera gloria de Dios sino que la confundimos y la transformamos en grotescos ídolos y figuras (ver Pablo: Rom.2). Calvino acepta esta misma postura de Pablo haciéndonos ver que el pecado es semejante a una tela que cubre nuestros ojos de manera que aunque estemos ante las obras de Dios, sólo vemos sombras confusas y terminamos por construir ídolos (ver Inst. 1.4.1 y 2; 1.11.8).

C. La caída en el pecado hizo que Adán y su posteridad perdieran la imagen de Dios que le había sido conferida en su creación. Como resultado el hombre ya no tenía la capacidad de pensar los pensamientos de Dios ni de cumplir su voluntad; no podía por ende, glorificar a Dios según el propósito de Dios al crearlo. Esta impotencia, resultó a su vez, en enajenación de Dios, y le acarreó a Adán y, a toda su descendencia la muerte, tanto física como espiritual (Inst. II.1.4 y 5): pp. 163-166.

Definió el pecado orginal como una “corrupción y perversión hereditaria de nuestra naturaleza, difundida en todas las partes del alma, lo cual primeramente nos hace culpables de la ira de Dios, y además produce en nosotros lo que la Escritura denomina obras de la carne” (Inst. II.1.8): p.168.

Para el calvinismo el hombre no está espiritualmente enfermo y su voluntad meramente torcida, sino que está muerto en sus delitos y pecados, y nada puede hacer que sea bueno a los ojos de Dios. No puede producir obras buenas por las cuales pudiera restaurarse a sí mismo al favor divino o merecer la redención. Ha perdido la libertad original de la voluntad, y está ahora, en su condición natural, completamente sujeto a su naturaleza pecaminosa. Perdió todo, hasta sus talentos y capacidades naturales están corrompidas. “La voluntad, pues, se encuentra tan atada por la esclavitud del pecado que no puede moverse a sí misma, mucho menos dedicarse a nada bueno” (Inst. II.4).

4. Cristo como mediador entre Dios y los seres humanos

A. Desde el punto de vista en que Calvino definió y explicó el pecado exigía por tanto un concepto bíblico de Cristo como Redentor. Es así que en su Segundo Libro de la Institución elabora toda una teología sobre el conocimiento de Dios como Redentor en Cristo. Calvino dice al respecto: “Fue necesario que Él que había de ser nuestro Mediador fuese verdadero Dios y hombre.” Más adelante señala, “Porque habiéndonos nuestros pecados apartado totalmente del reino de Dios, como si entre Él y nosotros se hubiera interpuesto una nube, nadie que no estuviera relacionado con Él podía negociar y concluir la paz” (Inst. II.12.1).

B. Lo que Calvino intenta exponer es, que ningún heredero de Adán ni ningún ángel podía cumplir ese oficio de mediador. Fue necesario que el Hijo se hiciera hombre para que pudiera haber una reconciliación entre Dios y el hombre. Fue también función de ese Mediador restaurar al ser humano pecador al favor divino, y así “…que de hijos de los hombres nos hiciese hijos de Dios; de herederos del infierno, herederos del reino de los cielos” y luego afirma retóricamente, “¿Quién hubiera podido hacer esto, si el mismo Hijo de Dios no se hubiera hecho hombre asumiendo de tal manera lo que era nuestro que a la vez nos impartiese por gracia lo que era suyo por naturaleza? (Inst. II.12.2). Concluye su apología afirmando: “…había de vencer la muerte. ¿Quién podría hacer esto sino la Vida? Tenía que vencer al pecado. ¿Quién podía lograrlo, sino la misma Justicia? Había de destruir las potestades del mundo y del aire. ¿Quién lo conseguiría sino un poder mucho más fuerte que el mundo y el aire?” (Inst. II.12.2). Para cumplir este oficio que el Padre le asignó Jesucristo tenía que ser verdadero Dios y verdadero hombre.

C. Por otra parte, en la teología de Calvino una expiación universal no cabe en su sistema. Cristo murió por los elegidos. Una expiación limitada es parte integral de la doctrina bíblica de la elección, y Calvino concedió a la elección un lugar importante en su doctrina de la salvación ya que la misma tiene un lugar en las Escrituras.

D. Así que, la elección divina es el medio ordenado por Dios para hacer que la muerte de Cristo sea eficaz. Ya que el ser humano es depravado totalmente e incapaz de hacer nada para contribuir a su propia salvación, no puede, en su estado natural, responder al llamado del Evangelio, a menos que antes sea vivificado espiritualmente por una operación de la gracia soberana de Dios (ver Inst. III.21).
 
5. Sobre la vida cristiana

A. Para Calvino la vida cristiana es una que nace en nuestra unión con Cristo y somos injertados en la vida de la Iglesia. La vida cristiana, según la metáfora de Calvino, es una de luchas constantes y el cristiano lucha llevando su cruz. El cristiano no debe entender el conflicto como algo fuera de la vida cristiana, sino todo lo contrario; como algo que es parte de la existencia terrenal. De este modo el sufrimiento es parte de la vida. Las adversidades que vivimos en el plano terrenal mas bien lo que hacen es: probar y reforzar la fe, desarrollar la paciencia y la humildad, purga los impulsos de la carne y obliga a los creyentes a levantar sus ojos al cielo. Las tribulaciones, para Calvino, son medios por los cuales Dios “vivifica” a los creyentes y los mantiene alertas evitando así que se queden dormidos.

B. Finalmente, Calvino entendía la vida espiritual como un viaje o peregrinación, como un movimiento hacia una meta. Una vida espiritual positiva significa progresar en el logro de los propósitos de la existencia humana: relacionarnos con Dios (fe) y vivir conforme a su voluntad (santificación), glorificando a Dios en todo y por todo. La meta no se alcanza aquí en esta vida. La vida espiritual culmina pues en la visio Dei.(ver Inst. III.6,7,8,9 y 1).
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Tomado del libro del mismo autor: Nuestra herencia como Presbiterianos: Una introducción básica a la doctrina reformada (c). Aún no publicado.




















¿Porqué un Método en la Teología?


                                  Rev. Dr. Pablo E. Rojas Banuchi, M.Div.; Ph.D.

            Ciertamente la discusión es amplia por demás y no es nuestra intención realizar una historiografia de la misma; pero sí nos gustaría ofrecer algunas palabras al respecto que pudieran servir de introducción a la pregunta del porqué un método en teología.

Al dar una mirada general a la historia y la relación que se ha dado entre la teología cristiana y las ciencias observamos que dicha historia está marcada por diversidad de debates que han resultado en conflictos o conciliaciones. Un ejemplo de las posiciones asumidas en estos debates fue aquella asumida por el teólogo y padre de la iglesia, Tertuliano en el Siglo III d.C.; cuando afirmó a través de expresiones tales como : ¿Qué tiene que ver Atenas con Jerusalén? ¿Qué la academia con la iglesia? su aparente rechazo a cualquier tipo de diálogo que pudiera darse entre la cultura cristiana y la pagana, representada ésta última por la ciencia filosófica clásica. En el otro lado de la discusión se encontraba el teólogo Justino el mártir, el más importante de los apologistas griegos del Siglo II y filósofo por vocación. Éste, al convertirse al cristianismo no abandona la filosofía, sino que consideró que en el cristianismo había encontrado la verdadera filosofía. En este sentido, concebía la ciencia filosófica como una herramienta al servicio de la teología. En sus dos Apologías-prácticamente defiende la tesis de que la ciencia filosófica era un instrumento para la comunicación de las verdades del cristianismo (González, 1992).
El asunto central de aquellas discusiones giraba en torno a la posibilidad de afinidad entre la cultura cristiana y la cultura pagana. Este proceso de búsqueda conciliatoria, iniciado por Justino, entre el pensamiento científico-filosófico y la religión cristiana se extendió mucho más allá de los siglos II y III d.C.   
Es precisamente en la denominada Edad Media donde encontramos el mayor intento de apropiación y síntesis entre la reflexión teológica y filosófica: la teología natural desarrollada por el teólogo medieval Tomás de Aquino. El tomismo, entonces, para el cual la ciencia era "sierva de la teología," perseguía que la ciencia, racional y aristotélica -sirviera como fundamento a los dogmas del cristianismo. Para Tomás de Aquino hay verdades que están al alcance de la razón, y otras que la sobrepasan. La filosofía se ocupa sólo de las primeras. Pero la teología no se ocupa sólo de las últimas. Ello se debe a que hay verdades que la razón puede demostrar, pero que son necesarias para la salvación. Puesto que Dios no limita la salvación a las personas que tienen altos dotes intelectuales, tales verdades necesarias para la salvación, aún cuando la razón puede demostrarlas, han sido reveladas. Luego, tales verdades pueden ser estudiadas tanto por la filosofía como por la teología (González, 1994).
Al llegar la Modernidad en el Siglo XVIII, la misma se caracteriza por un proceso de racionalización en el que se va configurando un tipo de hombre orientado al dominio del mundo, con un estilo de pensamiento formal, una mentalidad funcional, un comportamiento austero y disciplinado y unas motivaciones morales autónomas, junto con un modo de organizar la sociedad alrededor de la institución económica y la burocracia estatal. La religión, que tradicionalmente había ocupado el centro de las relaciones sociales, ahora, es desplazada hacia la periferia y se recluye, cada vez más, en la esfera de lo privado (Mardones, 1998). Como dato relevante debemos recalcar que una característica consistente de la modernidad es el predominio triunfal de la razón. Tal como expresa Víctor M. Martínez (2006), cuando afirma que la razón se va constituyendo en varias ciencias que reivindican su autonomía de criterio en relación con la filosofía y la teología. De hecho, el inicio de la Era científica comienza con la publicación del Discurso sobre el Método (1637) por René Descartes en donde se da a conocer cómo la duda metódica es constitutiva del espíritu científico, hasta que las matemáticas en su aplicación resuelvan la duda específica con una afirmación o una negación. Como contraparte de dicha visión, Barrio (1989) nos indica que otra característica particular del racionalismo es la depreciación subsiguiente del conocimiento sensible. Es decir, todo conocimiento procedente de los sentidos, de la experiencia sensible, es sospechoso al menos y, con frecuencia claramente falso.
Por tanto, el humanismo intelectual y ético, inspirado más en Atenas que en Jerusalén, fue el movimiento que propició el desarrollo de un nuevo paradigma apoyado en la afirmación de la libertad, la dignidad y la justicia como las categorías definitorias de lo esencial y superiormente humano. Si durante la Edad Media la duda era un pecado, a partir del humanismo la duda se convirtió en la virtud filosófica por antonomasia. La duda, no sólo puso en el mapa de la filosofía a Descartés (como ya se planteó), sino que hizo posible que la curiosidad científica-reprimida por siglos-se explayara en todas las direcciones de la realidad física social y psicológica, para ver si se encontraban explicaciones más afines a la razón y al sentido común (Santos y Vargas, 2005).  
Esto advierte y conduce entonces -a una tensión en cuanto a la posibilidad de un diálogo entre  ambas disciplinas: teología y filosofía. Actualmente se puede afirmar que existen, al menos, dos tendencias principales en este debate : la primera, que alegadamente no se fundamenta, en la razón moderno-ilustrada, declara la imposibilidad y/o no deseabilidad de un diálogo entre la religión, la teología y las ciencias. La segunda, es aquella que, basada en presupuestos éticos, teológicos y culturales, ve la necesidad de tomar los discursos y las teorías científicas como mapas o modelos de análisis que sirvan en la promoción de acciones de liberación y afirmación de la persona humana y su ecosistema (Ramírez et.al., 1997). Hoy día, cada vez más es mayor el interés y el esfuerzo por diversos sectores académicos en ambas disciplinas por establecer diálogos en cuanto a las relaciones entre la religión cristiana y las ciencias humanas. 
Actualmente se da un proceso de integración entre el pensamiento humanista y la experiencia religiosa. Las ciencias humanas empiezan a reconocer el valor y pertinencia de la religión en la experiencia humana y ésta, a su vez, inicia una apertura para incorporar las ciencias humanas a su entendimiento teológico de la realidad. Un ejemplo de ello es el análisis crítico de la Biblia, el diálogo entre humanismo y cristianismo, el reconocimiento de la cultura como parte de la experiencia religiosa y la afirmación de la libertad religiosa. Por su parte, las ciencias humanas inician todo un proceso de análisis del fenómeno religioso desde puntos de vista tan diversos como el antropológico, literario, histórico y filosófico. Este espacio donde ciencias humanas y religión se encuentran, constituye un esfuerzo por comprender y valorar la existencia humana: aportando la teología a una visión sagrada de la vida y las ciencias humanas, su comprensión de  la realidad (Ramírez et.al., 1997).
Al respecto, Rudolf Walter (1980) señala que la teología y las ciencias modernas están hoy relacionadas entre sí de un modo nuevo y agudo. Los científicos de la Ilustración hablaban aún naturalmente de la "dignidad del hombre," su comprensión de la naturaleza no se reducía sólo a la experiencia o empiría de los hechos, incluía también la  "libertad como un regalo del cielo" (Diderot). Por ello, las Ciencias Humanas modernas que se han ocupado, por así decirlo, del hombre como objeto, que lo han considerado como mero ser de la naturaleza empírica y enfocado desde las diversas disciplinas, tropiezan hoy de nuevo con la pregunta acerca del hombre como sujeto, con el hombre mismo que a su vez se pregunta : ¿Quién soy yo? ¿Cuál es mi meta? ¿De dónde vengo? ¿Qué sentido tiene esta vida? ¿Qué es la realidad en su conjunto, a la cual tengo que adaptarme en mi pensamiento y acción? Añade Walter que se ha hecho casi de dominio común que la teología y la iglesia se hallan entretejidas en su tiempo y en su sociedad y que las ciencias no son una mera confrontación, sino expresión de esta mentalidad contemporánea; estas ciencias, además, ofrecen a la autoreflexión una herramienta que ayuda a precisar ese entrelazamiento, a verlo con más profundidad y a reflexionarlo a su vez desde el horizonte teológico.
Abogamos entonces por la realidad ineludible y necesidad imperiosa de un método en la teología contemporánea. De acuerdo con la definición clásica, la teología es "fides quarens intellectum," (la fe en búsqueda del entendimiento -San Anselmo). Esto implica que la teología se aventura a inquirir, a ser osada y atrevida -en hacer preguntas. Si la fe Cristiana es básicamente confianza y obediencia a la libre gracia de Dios hecha realidad en la persona de Jesucristo, la teología es entonces la fe haciendo preguntas y luchando por encontrar, al menos, respuestas provisionales a dichas preguntas (Migliore, 1991). Esto quiere decir que la teología continúa siendo una disciplina que se convierte en lo fundamental a la hora de dar respuesta a la pregunta por la vida y su sentido, por la existencia de Dios y su relación con el hombre, por el estudio del hombre mismo y en su relación con el Creador. En otras palabras, la teología continúa siendo el hilo conductor de una serie de disciplinas, que a la hora de la verdad busca dar la respuesta última a las interrogantes del ser humano por el Absoluto y por la existencia de sí mismo y del mundo que le rodea (Martínez, 2006).
Por tanto, la teología, es la respuesta del creyente, para ser más precisos, de la comunidad  creyente, a la Palabra de Dios. Esto implica que desde su fe, los cristianos escuchan la Palabra de Dios y reflexionan sobre ella; la interrogan y son interrogados por ella. Debemos recalcar que el fruto de esa reflexión será siempre palabra de hombre, condicionada siempre por la situación humana concreta; al interior de la cual, la fe cristiana aspira a articular la palabra contemporánea de Dios. Por ende, la teología es siempre un discurso situado y fechado, como lo es todo fenómeno histórico. Tiene como deber, tomar muy en serio  las interrogaciones que le plantea a la fe el medio histórico dentro del cual viven y piensan su fe los cristianos. De lo contrario, tendríamos una teología abstracta y sin pertinencia para la situación humana contemporánea. La teología asume como problema fundamental, es decir, como lugar teológico, el contexto histórico desde el cual se hace la reflexión y no se aproxima a la fe como si ésta fuese una entidad intemporal y ahistórica, sino como una fe encarnada en la concreticidad de la situación humana (Rodríguez, 1993).   
            Es por ello, que la teología en su hacer preguntas acerca de los diversos temas que plantea la vida y la existencia misma, no sólo debe abordarlos desde el marco de una teología positivia, sino problematizar dichos temas a la luz de las interrogaciones que le plantea a la fe el medio histórico -como ya se ha dicho. Problematizar no simplemente implica mirar, abordar y hablar desde lo que ya tradicionalmente se ha dicho, sino desde la comprensión adquirida del problema en cuestión por medio de la experiencia personal y/o colectiva; así como desde los discursos que otras disciplinas fuera de la teología puedan aportar. Ello nos conduce eventualmente a un avance en la teología.
Con mucha razón se ha definido además la teología, como el esfuerzo reflexivo por llegar a un entendimiento más lúcido de la fe. Lo cual nos obliga a pensar que este tipo de reflexión tiene su punto de partida y resorte íntimo en la fe de la comunidad de los creyentes como ya se ha propuesto. Se hace teología, como observa Paul Tillich, desde el compromiso de la fe. Al respecto Tillich (como se cita en Rodríguez, 1993) señala que el teólogo: "Entra en el círculo teológico con un compromiso concreto. Entra en él como miembro de la Iglesia cristiana para realiza una de las funciones esenciales de la Iglesia : su autointerpretación teológica" (p. 37).
Esto implica, según Rodríguez, que en la tarea de reflexión teológica, la fe hace un esfuerzo de trascendencia para entender y expresar en forma metódica su razón de ser. Es por ello que para Tillich (2001), "la teología es la exposición metódica de los contenidos de la fe cristiana" (p.46).
No entraremos aquí en la amplia discusión acerca de si la teología es ciencia o no, ya que nuestro interés se enfoca en la justificación del porqué un método en dicha disciplina. Sin embargo, en conexión con lo dicho -basta con afirmar- según propone Clodovis Boff (1998), que la teología es ciencia en la medida en que realiza la triple caracterización formal de toda ciencia; a saber, ser crítica, sistemática y autoamplificativa. Afirma Clodovis que la racionalidad propia de la teología, en cuanto "ciencia humana," es de tipo hermenéutico ya que busca comprender de modo más exhaustivo o "saturado" posible, la palabra de Dios o el sentido de la fe, primero del texto bíblico, y después, a la luz de éste, del "texto de la vida."
Sobre este debate me parece interesante también la propuesta del teólogo católico Franz Bockle (como se cita en Ureta, 1992) : "A nuestro entender, la teología no debiera detenerse demasiado en la cuestión preliminar de su pertinencia o no al círculo honorable de las ciencias y del puesto que le corresponde dentro de él. La teología tiene que atenerse a su objeto, la revelación de Dios en la historia, y preguntarse desde él por los métodos adecuados para comunicar los propios conocimientos, en forma convincente, al hombre de hoy. Habida cuenta de que el hombre actual posee una mentalidad científica, la teología debe dar cumplida saisfacción a la misma" (p. 26).
           En lo personal, prefiero utilizar el concepto disciplina en vez de ciencia, ya que considero que éste cumple con nuestras exigencias académicas e investigativas al tiempo que nos evita, en cierta manera, entrar en discusiones superfluas con las ciencias naturales cuyo orgullo por el método científico les impide en la mayoría de la ocasiones entender que existen disciplinas del saber humano que se valen de una metodología. En ello concurrimos con Descartés (1990) cuando dice : "No basta, ciertamente, tener un buen entendimiento : lo principal es aplicarlo bien" (p.5).
Me parece entonces iluminador, afirmar hasta aquí que la teología es una disciplina en dos sentidos. Primero, es disciplina en cuanto es un campo de investigación. De la misma manera en que la geografía es una disciplina, o que las matemáticas son una disciplina. La teología es una disciplina en este sentido, ya qu es un campo de investigación con su propia metodología. Es ahí donde precisamente entra la necesidad de un método. En un segundo plano, es disciplina puesto que es un régimen de vida al que nos sometemos para alcanzar alguna meta. La teología es disciplina porque requiere que quien se dedica a ella se someta a un régimen. Éste va más allá de un régimen de estudio, aunque ciertamente lo requiere. La teología es todo un proceso y quien lo practica no solamente busca entender e interpretar las Escrituras y la doctrina cristiana, sino que busca también que esas Escrituras y esa doctrina le formen. Esto quiere decir que la teología es una forma de sabiduría. Por un lado, el conocimiento nos dice cómo son las cosas, la sabiduría por su parte, nos enseña cómo relacionarnos con ellas. Muchas veces se verá en el proceso de "hacer teología" que se enfatizará el carácter de conocimiento, olvidando sobretodo su carácter de sabiduría (González & Maldonado, 2003).
Ahora bien, retomando nuestro interés de la teología como disciplina en cuanto a campo de investigación debemos finalmente preguntarnos qué es un método. La palabra método viene del griego metá, fin, y odos, camino. Etimológicamente significa "el camino que conduce al fin." Por tanto, el significado etimológico de la palabra método nos aproxima bastante a su significado real. De ahí que, en términos generales, se denomina método al conjunto de procedimientos adecuados para obtener un fin (Escobar, 2000). De manera similar Paul Tillich define el método como: "un instrumento (literalmente, un camino alrededor de), que debe adecuarse a su objeto" (2001, p.86).
           Esto significa que el fin de la teología, a mi modo de verlo, no sólo se circunscribe al hecho de definirla como "la disciplina que estudia a Dios;" sino que es necesario tomar en cuenta quién es ese Dios a quien la teología estudia, y cómo le conocemos; al tiempo que nos preguntamos: una vez relacionados con Dios ¿cómo impacta dicha relación nuestra manera y forma de vida en relación a los demás seres vivientes y con la misma creación? Por otra parte, el fin de toda teología es preguntarse así misma para qué sirve y cuál o cuáles han de ser sus propósitos. En este sentido, sus funciones pueden entenderse de varias maneras. De acuerdo a Gonzáles & Maldonado (2003) son cinco, a saber: 1) la teología como explicación de la realidad, 2) la teología como sistematización de la doctrina cristiana, 3) la teología como defensa de la fe y como puente hacia los no creyentes, 4) la teología como crítica de la vida y de la proclamación de la iglesia y 5) la teología como contemplación.
Es por tal razón que para Tillich (2001) en teología, el método revela el carácter existencial y trascendente del fundamento de los objetos en el tiempo y en el espacio. De ahí que no puede desarrollarse ningún método sin un conocimiento previo del objeto al que va a aplicarse. Para la teología sistemática, esto significa que su método se deduce de un conocimiento previo del sistema que va a construirse con ese mismo método.
Históricamente no existe un único método de carácter universal reconocido en teología. El método difiere de un teólogo a otro y depende en gran medida del grado de importancia que se concede a las diversas fuentes (Encarta, 2006). De la misma manera, Tillich (2001) afirma al respecto que no se puede decidir a priori si un método es o no es adecuado; eso se decide continuamente en el proceso congnoscitivo mismo.
Dichos procesos históricos y cognoscitivos como plantea Tillich han conducido a variedad de métodos. Así por ejemplo; San Anselmo, del Siglo XII, es un buen ejemplo de un teólogo que utiliza un método de riguroso razonamiento lógico. En el Proslogium, Anselmo se propone probar la existencia de Dios a partir del concepto de un ser perfecto, y en Cur Deus homo sostiene que, dada la existencia de un Dios benevolente y de la maldad de la humanidad, las doctrinas cristianas de encarnación y expiación pueden deducirse por necesidad lógica. Una minoría, incluídos el padre de la Iglesia del Siglo II, Tertuliano y el filósofo danés del Siglo XIX, Soren Kierkegaard, han negado que la teología pueda concebirse como un sistema racional y han afirmado que la experiencia humana de Dios revela discontinuidad y paradojas. Observamos también un método bastante diferente entre los teólogos protestantes de la Reforma y posteriores a ella, que ha intentado fundamentar la teología ciñéndose tan sólo a la Biblia. En su forma más cruda, esto significaba una constante apelación a la Biblia para demostrar afirmaciones teológicas. Sin embargo, con el desarrollo de los estudios bíblicos, este tipo de teología se ha hecho mucho más sofisticada. De hecho, el teólogo alemán del Siglo XX, Rudolf Bultmann -abogó por un método de "desmitologización," en el supuesto de que el significado esencial del Nuevo Testamento es una comprensión de la existencia humana que debe desvincularse del lenguaje mitológico de la época en que se escribió. Por ello, el proyecto de Bultmann implicaba la traducción de este significado esencial en el contexto del lenguaje de la filosofía existencialista moderna.
Otra forma de hacer teología, es la de aquellos teólogos que en vez de comenzar con un apelación a los textos autorizados, ya sean bíblicos o dogmáticos, comienzan su labor por el extremo opuesto, analizando la experiencia humana y sus problemas, y preguntándose después cómo la sabiduría tradicional podría iluminar o resolver estos problemas. El teólogo alemán, del Siglo XX, Paul Tillich (a quien ya hemos citado en nuestra propuesta investigativa), ha utilizado la expresión ¨método de correlación¨ para describir este procedimiento en teología. Él y otros autores han hecho buen uso de la fenomenología en su análisis de la experiencia humana.
Como vemos, los principales tipos de métodos teológicos pueden combinarse de diferentes formas. Cada teólogo importante tiene un método único en sus detalles, pero que sin embargo implica numerosos procedimientos similares a los de otros teólogos. Hasta aquí es importante señalar también, que muchos procedimientos de la teología son los mismos que son utilizados por los historiadores, los estudiantes de lengua y literatura, los filósofos, los estudiosos de las ciencias sociales, y otros especialistas (Encarta, 2006).
Consideramos entonces, haber contestado en principio la pregunta del porqué un método en la teología. Sin embargo, adevertimos que la misma será mejor contestada y ampliada en la medida que profundicemos en los diversos métodos existentes para "para hacer teología."



*Prohibida la reproducción de este material sin permiso del autor.
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Boff, Clodovis (1998). Teoría del método teológico. México: Ediciones DABAR.
 
Descartés, René (1990). Discurso del método. Estados Unidos de América: Editorial de la Universidad de Puerto Rico.

Escobar Valenzuela, Gustavo (2000). Ética. México: McGraw-Hill.

Enciclopedia Encarta MSN (2006). "Teología : método teológico." [En línea]. Disponible en: http://es.encarta.msn.com/text_7615592066/Teología.html [2006, 1ero de mayo].

González, J. L. & Maldonado, P.Z. (2003). Introducción a la teología cristiana. Nashville, E.U.A. : Abingdom Press

Rodríguez, J. D. (1993). Introducción a la teología. (1ra.. Ed.). San José, Costa Rica: Editorial DEI.

Mardones, J. (1988). Postmodernidad y cristianismo : el desafio del fragmento. (2da. Ed.). Maliaño, España: Sal Terrae.

Martínez, Hugo (2006). Lo urgente de la teología hoy. [En línea]. Disponible en: http://seminariobogota.org/temas_estudio/lo_urgente_en_la_teologia_de_hoy.htm [2006, 4 de abril].

Migliore, Daniel (1991). Faith seeking understanding. Grand Rapids, Michigan : William B. Eerdmans Publishing, Co. 


Ramírez, M. G., Hernández, L. D. & López, S. H. (1997). Fe en búsqueda de nuevos entendimientos. México, D. F. : International Thomson Publishing Company.

Santos y Vargas, Leonidas (2005). "Humanismo y ciencia."  Diálogo, (agosto-septiembre), 22-23.

Tillich, Paul (2001). Teología sistemática : la razón y la revelación, el ser y Dios (vol. 1). Salamanca: Ediciones Sígueme.

Ureta, Floreal (1992). Introducción a la teología contemporánea. Editorial Mundo Hispano : U.S.A.

Walter, Rudolf (1980). "La fe cristiana en la sociedad moderna: hacia un diálogo entre la teología y las ciencias humanas." Universitas: Revista Alemana de letras, ciencias y arte, 1 (18), 191-196.

lunes, 9 de mayo de 2011

¿El asunto de la doctrina es todavía importante?

Rev. Dr. Pablo E. Rojas Banuchi, M.Div.; Ph.D.

¿Cuánta veces hemos escuchado a miembros de la iglesia decir: "La doctrina es asunto de hombres." "La doctrina entorpece la vida espiritual"? Considero que en muchísimas ocasiones hemos tenido la oportunidad de escuchar tales señalamientos. Ciertamente los que asumen dichos argumentos expresan, por así decirlo, una preocupación e interés genuino porque la vida cristiana no se reduzca a un cúmulo de datos o fórmulas de índole teológico que sólo tengan la posibilidad de ser estudiadas y analizadas desde la razón. Por otra parte, existe una preocupación por parte de muchos cristianos de que la vida en el seguimiento de Cristo se convierta en un mero acto o actividad intelectual. La realidad es, que existen dos polos o dos extremos de los cuales debemos tener cuidado en relación a la importancia que se le brinda al conocimiento doctrinal: 1) aquellos/as, que por una parte enfatizan de forma extrema la doctrina o dato teológico como único medio para el crecimiento en la fe y, 2) aquellos/as que de forma exagerada y radical rechazan el conocimiento doctrinal en virtud de un conocimiento casi secreto que sólo les es dado por el Espíritu Santo.[i] Se rechaza de esta forma, todo formalismo teológico y dogmático que pueda interpretarse como amenazante a toda postura fundamentalista.[ii] Aunque una teología sólida no es condición suficiente para vivir una vida piadosa, de todos modos, es un requisito para una vida piadosa. R.C. Sproul, teólogo reformado, en relación al tema que nos ocupa pregunta: "¿Cómo hacer la verdad sin antes comprender lo que es la verdad? ¿Cómo es posible amar a un Dios o a un Jesús del cual no comprendo nada?."[iii]

         La iglesia contemporánea vive una crisis en relación a la forma en que pretende  obtener conocimiento acerca de Dios. Mientras unos afirman que "sólo creen en lo que señala la Biblia" y no en las "doctrinas de la iglesia," otros, abogamos por una balance entre ambas esferas, ya que una depende de la otra. En este sentido, Biblia y doctrina no pueden caminar aisladamente; ya que el discurso doctrinal nace de las Escrituras y dependemos de la Biblia como revelación especial de Dios al ser humano.

        Históricamente el cristianismo ha entendido la Biblia como <<Palabra de Dios>>. Ahora bien, cuando decimos que la Biblia es Palabra de Dios no queremos decir que la Biblia es Dios. Es Palabra de Dios en otro sentido. Es Palabra de Dios porque es el instrumento que Dios utiliza para hablarnos y para transformarnos. Ésta Palabra de Dios no sólo dice, sino que hace. No sólo informa, sino que forma. Por lo tanto, lo que hace que la Biblia sea <<Palabra de Dios>>> no es el papel y la tinta, sino el Espíritu Santo de Dios, que hace que a través de la Biblia nos encontremos con Dios.[iv]  

        Lo anterior significa que Dios se revela así mismo en un libro. Este libro ha sido escrito en palabras. Transmite conceptos que deben ser comprendidos por la mente. Ciertamente algunos asuntos de la Biblia permanecerán como misterios. Sin embargo, el propósito de la revelación de Dios es que la comprendamos con nuestras mentes para que pueda penetrar en nuestros corazones. Si despreciamos el estudio de la teología es despreciar aprender sobre la Palabra de Dios.[v] Por ello afirmamos también que la Biblia no sólo nos informa acerca del plan de salvación para la humanidad caida, sino que encontramos en ella los principios necesarios y esenciales a través de los cuales establecemos los fundamentos y bases normativas de nuestra fe cristiana. Hablamos en la iglesia de <<doctrina>> porque la Biblia misma hace referencia a ella y, los primeros cristianos fundamentaron su predicación no sólo en su experiencia personal con Cristo, sino en las enseñanzas que recibieron del maestro. En Hechos 2: 42, Lucas nos dice : "Se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración." [vi]

         Este verso del Libro de los Hechos nos muestra claramente que una de las tareas principales de los apóstoles era la comunicación de la doctrina. La doctrina de los apóstoles es la enseñanza que éstos les brindaban a los convertidos.

         Para los reformadores del Siglo XVI la predicación y el estudio de la Biblia así como la interpretación adecuada de la misma era algo vital para la exposición del Evangelio de Cristo. La predicación de la Palabra de Dios y la celebración de los sacramentos éran y siguen ligados a asuntos doctrinales. Al respecto Juan Calvino dijo : "dondequiera que veamos predicar sinceramente la Palabra de Dios y administrar los sacramentos  conforme a la institución de Jesucristo, no dudemos de que hay allí Iglesia…[más adelante señala]…Porque no todos los artículos de la doctrina de Dios son de una especie. Hay algunos tan necesarios que nadie los puede poner en duda como primeros principios de la religión cristiana." [vii] 

         Con estas palabras Calvino dejó claro también que hay temas doctrinales o "doctrinas" cuyo contenido teológico no son negociables. Toda iglesia cristiana sigue las doctrinas básicas enseñadas por el cristianismo clásico y cada denominación cristiana tiene o ha realizado interpretaciones particulares acerca de ciertas doctrinas o enseñanzas bíblicas. Muchas de estas doctrinas se encuentran expuestas en documentos escritos denominados confesiones de fe.[viii] Muchas de estas doctrinas eventualmente se constituyen en "dogmas" de la iglesia. 

         La palabra <<doctrina>>, considero, encontramos su mejor expresión en el idioma griego. En el Nuevo Testamento, las palabras que mejor describen el concepto son las palabras griegas <<didaché>> y <<didaskalia>>. Ambas se relacionan con el verbo enseñar y pueden significar el acto de enseñar o el contenido de lo que se enseña.[ix]  Desde una perspectiva teológica, esto quiere decir que la doctrina es la enseñanza contenida en la Biblia y que hemos recibido ya sea de forma oral u escrita por la iglesia cristiana.

         La doctrina difiere del dogma en que ésta no connota una afirmación eclesiástica autoritativa sino más bien se basa en el material que encontramos fundamentalmente en la Palabra de Dios y que los concilios usan en la formulación de la verdad teológica.[x] Un ejemplo interesante que recoje la idea general de todo lo anterior, es el caso de Judas en su carta cuando dice : "Queridos hermanos, he deseado intensamente escribirles acerca de la salvación que tenemos en común, y ahora siento la necesidad de hacerlo para rogarles que sigan luchando vigorosamente por la fe encomendada una vez por todas a los santos" (v.3).

         Cuando Judas hace referencia a la fe muy bien pudiera estar refiriéndose al conjunto de verdades que sostienen a los creyentes de todos los lugares. Judas se refiere al Evangelio con todas sus implicaciones. Al leer esta breve carta, salta a la luz que Judas pone de relieve que la verdad recibida está bajo amenaza por falsos maestros (v.4). Por tanto, si la verdad (la doctrina) está bajo amenaza, entonces, debe defenderse. ¿Porqué? Porque la fe recibida tiene un contenido definido que debe preservarse. A esta postura desde el cristianismo le llamamos en teología: apologética (es decir, defensa del evangelio o sana doctrina). 

         Para aquellos que argumentan que la doctrina es un "capricho de hombres," señalamos que no es así. Los primeros cristianos no enseñaban la doctrina por voluntad propia sino por encomienda y directriz del Señor Jesús quien les ordenó: "Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes" (Mt. 28:19-20). La forma verbal que utiliza el autor en el griego para este imperativo de Jesús es <<didáskontes>> que traducido es: enseñándoles.[xi]  Tal mandato de Jesús sobre la Gran Comisión presupone entonces la enseñanza de la doctrina. Ello significa que no puede haber discipulado en el contexto del cristianismo si no hay enseñanza de la doctrina.

        El Evangelio de Mateo testifica acerca de Jesús como un maestro que enseñaba a las multitudes y que su ministerio era fructífero por la manera en que éste enseñaba: "Cuando Jesús terminó de decir estas cosas, las multitudes se asombraron de su enseñanza, porque les enseñaba como quien tenía autoridad, y no como los maestros de la ley" (Mt. 7: 28-29).      

        La enseñanza de Jesús, transmitida por los apóstoles, conforma entonces el cimiento de la iglesia. Pablo dijo: "Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular" (Ef. 2:20). Por lo tanto, señala Salvador Dellutri (presidente actual de la Sociedad Bíblica en Argentina), que la doctrina constituye el factor esencial de unidad de la iglesia del Señor y su fundamento. Si la desechamos, destruimos esa unidad y agrietamos el basamento de la fe. Esta doctrina es la base de la predicación del evangelio, con la que afirmamos que Cristo es el Hijo de Dios (doctrina de la encarnación), que derramó su sangre por nuestros pecados (doctrina de la redención), que somos salvos por la fe (doctrina de la salvación), etc. Por lo tanto, es imposible predicar a Cristo sin predicar doctrina. Esto nos lleva a considerar, tal como plantea Dellutri, que la fe Cristiana no es el resultado de la especulación humana, sino de la revelación de Dios. Él ha hablado, y en las Sagradas Escrituras tenemos toda su revelación para el hombre. Esto constituye el tesoro más valioso del cristiano, la "sana doctrina" a la que debemos ajustarnos: "Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina" (Tito. 2:1).[xii]

       En el consejo del apóstol Pablo a Tito; éste le brinda el remedio para acabar con las fábulas, le indica a Tito que se dedique a la edificación. Pablo da el nombre de sana doctrina a aquella que puede educar a los hombres en la piedad. <<Sana doctrina>> se le llama a esta enseñanza por el efecto producido por ella en el ser humano que ha tenido un encuentro con Cristo Jesús. Se refiere a "sana" porque debe ser "íntegra," esa que realmente alimenta las almas de frente a cualquier especulación humana.[xiii] Para Pablo la doctrina no sólo es algo que debe ser enseñado, sino utilizado para ¨refutar¨ a aquellos que la contradicen. En Tito (1:9), Pablo refiriéndose a aquellos que ocupan el cargo de obispo (ancianos de la Iglesia) dice: "Debe apegarse a la palabra fiel, según la enseñanza que recibió, de modo que también pueda exhortar a otros con la sana doctrina y refutar a los que se opongan."

        Para Pablo la doctrina es un asunto vital a la vida Cristiana. De hecho, Pablo menciona dicho asunto unas doce veces en sus epístolas. A su joven amigo Timoteo le escribe (2da de Tim. 4:2):  "Predica la palabra, persiste en hacerlo, sea o no sea oportuno; corrige, reprende y anima con mucha paciencia, sin dejar de enseñar" [Didache/διδαχή]. Al final de su carta a sus hermanos en Roma, Pablo les exhorta y dice: "Les ruego, hermanos, que se cuiden de los que causan divisiones y dificultades, y van en contra de lo que a ustedes se les ha enseñado [Didache/διδαχήν]. Apártense de ellos."

        Esto quiere decir que la doctrina está muy relacionada al cultivo de la vida cristiana o como algunos dirían, al cultivo de una vida espiritual saludable. No se puede cultivar una vida espiritual saludable si no conocemos los fundamentos de nuestra fe o el porqué creemos en tal o cual cosa. Sin la doctrina, la Iglesia estaría en peligro de navegar cual velero que no tiene rumbo, o peor aún, cual velero que no tiene velas. Quien afirma que solamente vive la vida Cristiana sin importarle la doctrina y, que solamente creen o siguen a Jesús (porque Jesús no es doctrina), entonces no han comprendido la profundidad del mandato del mismo Jesús y por ende, son susceptibles y faltos de discernimiento ante lo que podría ser una falsa doctrina. Peor aún, no sabrían discernir cuándo se está frente a un falso maestro. Para discernir la diferencia entre la doctrina que hemos recibido de la Palabra de Dios y aquellas que son puros preceptos de hombres, uno debe tener conocimiento y entendimiento de la doctrina bíblica. ¡Que triste ver nuestras reuniones de Escuela Bíblica Dominical con pobre asistencia! ¡Que dolor sufre el corazón de un pastor/a cuando sus feligreses no asisten a las reuniones de estudio de la Biblia! Por otra parte, considero paradójico escuchar ministros del Evangelio decir que ellos/as no enseñan doctrina. La pregunta es: ¿Qué enseñan entonces? En este sentido, el lector debe saber diferenciar entre lo que es una doctrina enseñada desde un punto de vista particular denominacional y la doctrina fundamental tal cual la hemos recibido en el mensaje de las Escrituras. Así por ejemplo, todas las Iglesia Evangélicas postulan las doctrinas básicas o clásicas del Cristianismo, no así necesariamente las habrán de interpretar de la misma forma. Muy en particular, aquellos asuntos doctrinales que a través de la historia han causado ciertos debates teológicos.[xiv] Sin embargo, no importa el contexto o la plataforma desde donde se esté hablando acerca de la doctrina, no hay duda; que toda iglesia que predique y enseñe la "sana doctrina" tiene el deber de hacerlo y los que son parte de una comunidad de fe, tienen el deber -si así están convencidos- de conocer sus doctrinas y ponerlas por práctica. Así pues doctrina y vida cristiana deben ir tomadas de la mano.

       Es contraproducente, según los argumentos anteriores, negar la necesidad de la doctrina en la vida de la iglesia y por consiguiente en la praxis del discipulado. Aquellos/as que insisten en negar la doctrina como elemento necesario al cristianismo  -les podemos preguntar: ¿Quién es Jesús? ¿Cree usted que Jesús vino al mundo en la forma de un hombre (en carne)? Si usted respondió : "Sí," entonces usted cree en la doctrina de la encarnación de Cristo. Así también, si preguntamos; ¿Cree usted que Jesús pagó el precio por sus pecados? Si responde, "Sí," usted cree en la doctrina de la expiación. ¿Cree usted que Cristo venció la muerte y resucitó al tercer día? Si es así, usted cree en la doctrina de la resurrección. ¿Cree usted que somos salvos sólo por la fe en Cristo? Usted cree entonces en la doctrina de la justificación por la fe. Finalmente, ¿Cree usted que Dios es más que suficiente, amoroso y Todopoderoso para proveerle en cuanto a sus necesidades particulares? Entonces, usted cree en la doctrina de la providencia divina.      

       Acerca del cómo examinamos una enseñanza o doctrina es un asunto que implica otro tema. No obstante, comparto que existen diversos métodos para el estudio de la Biblia. Tal vez los más conocidos, son: 1) el sistema Católico Romano donde la Biblia y la tradición (el magisterio) son los medios fundamentales a través de los cuales se establecen los dogmas; 2) el método ortodoxo que nos llega desde la Reforma Protestante donde la Biblia es más importante que la tradición, afirmándose el principio de la Sola Scriptura y 3) el método correlacional [xv] que sugiere tres medios básicos de análisis: a) La Escritura (instrumento principal y autoritativo de la fe Cristiana); b) la tradición (se refiere a la herencia teológica de la Iglesia Evangélica, i.e.-las confesiones de fe); y c) la cultura (se toma en cuenta la opinión, la experiencia, el contexto histórico-cultural en que se vive y actúa el pueblo de Dios y finalmente el diálogo con las diversas disciplinas del saber humano; i.e. -las Ciencias Sociales, la Sociología, la Filosofía de la religión, etc.).

        Ahora bien, retornando a nuestro asunto principal, "la importancia de la doctrina" y considerando el énfasis que la Biblia hace al respecto --es evidente e ineludible que todo cristiano/a responde a una doctrina dada--  independientemente si acepta o no la misma. Todo aquel y aquella que se denomina así mismo discípulo/a de Cristo debe escudriñar las Escrituras y aprender (conocer) las doctrinas de la fe Cristiana de tal forma que no seamos arrastrados por cualquier "viento" de falsas doctrinas. En nuestra sociedad contemporánea donde ciertos religiosos se denominan así mismos como "Jesucristo Hombre" y vemos iglesias que venden el poder de Cristo como una fórmula mágica; debemos estar preparados para refutar todo aquello que no promueva una fe saludable. ¿Porqué es importante la doctrina? Es importante, primero; porque es mandato de Cristo promoverla. Segundo; hoy más que nunca debemos ser buenos apologetas del Evangelio. No deseamos que cuando alguien nos pregunte acerca del Evangelio quedarnos callados; sino más bien, como en el caso de Felipe y el etíope eunuco (Hch. 8:26-40) saber qué contestar cuando nos digan : ¿cómo entender lo que leo, si no hay quién me lo explique?

        En acuerdo con San Agustín, creo firmemente en la profunda vinculación y relación entre la fe y la razón. Para Agustín la fe y la razón no están separadas. Este diálogo entre fe y razón lo expresa San Agustín en dos afirmaciones altamente conocidas en el mundo de la teología: Crede ut intelligas e Intellige ut credas. La primera; "hay que creer para entender," lo que quiere decir es que la experiencia de la fe viene primero, y por ella, nos vemos seducidos a conocer más acerca de Dios. Hay que tener fe para poder usar adecuadamente la razón. Considerar los dogmas y doctrina cristiana es condición necesaria y suficiente para poder llegar no sólo a comprender, dentro de la limitación de la razón humana, a Dios, sino también a todo lo creado en su más profundo sentido. La segunda afirmación; "entiende para creer," se refiere a que la fe del cristiano no es la denominada "fe del carbonero." Es decir, no es una fe ciega, una fe del absurdo. La fe Cristiana y el conocimiento del cristiano en general, tiene y debe apoyarse en el discurso racional, ya que éste, si es correcto y no se aparta de la verdad, necesiaramente estará en pleno acuerdo con la fe.[xvi]  

       En conclusión, cuanto más lleguemos a comprender y conocer la doctrina cristiana más conoceremos acerca de Dios (según su Palabra), y de aquellos aspectos importantes a tener en cuenta en la vida cristiana. Sobre todo a establecer conexiones saludables entre el conocimiento bíblico y la vida cristiana. 
        

[i] Recordemos a los denominados "entusiastas" del período de la Reforma y de inicios del Siglo XVIII. Su característica era la creencia en la palabra interior o en la revelación interior que surge en la intimidad del alma del cristiano individual.
[ii] El fundamentalismo es aquella postura teológica donde se afirma la interpretación de la Biblia de manera ¨literal¨ afirmándose la inerrancia de la misma. Pretende conservar los principios que forman el fundamento del sistema cristiano y resistir lo que se considera tendencias teológicas peligrosas.
[iii] R.C. Sproul, Las grandes doctrinas de la Biblia, (Miami, Fl.: Editorial Unilit, 1996): v, xv.
[iv] Justo L. González & Zaida Maldonado, Introducción a la teología Cristiana, (Nashville: Abingdon Press, 2003): 45.
[v] R.C. Sproul, Las grandes doctrinas de la Biblia: xv.
[vi] La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional (Miami, Fl.: Sociedad Bíblica Internacional, 1999). Todos los textos bíblicos citados en el presente artículo serán tomados de esta versión. [Las palabras en itálica o en negrillas son mías].
[vii] Juan Calvino, Institución de la religión Cristiana, Trad. por Cipriano de Valera y ed. por Luis De Usoz (Buenos Aires : Nueva creación, 1967): 4.1.9,12. 
[viii] Una confesión de fe, es una declaración de creencias religiosas realizadas de manera pública (1 Tim. 6:12). Sin embargo, es un concepto utilizado también para referirse a los credos de la Iglesia a partir del primer siglo de nuestra era, pero en particular a las declaraciones formales hechas por las Iglesias protestantes en el tiempo de la Reforma y después de ella. Una de las principales confesiones, tal vez una de las más conocidas, es la Confesión de Westminster del 1646.
[ix] Everett F. Harrison, "Doctrina" en Everett F. Harrison, et.al., Diccionario de teología, (Jenison, MI: T.E.L.L., 1993): 176.
[x] Ibid : 176.
[xi] The Greek New Testament: Tercera Edición, (Sociedades Bíblicas Unidas, 1975). De aquí en adelante las citaciones del original en griego se harán de la presente versión.
[xii] Salvador Dellutri, "La sana doctrina," 4 de abril de 2008, <http://www.tierrafirmertm.org/articulo/10/24>.
[xiii] Juan Calvino, ¨El argumento de la epístola a Tito¨ en Juan Calvino, Comentarios a las epístolas pastorales de San Pablo, (Jenison, MI. : T.E.l.L., 1994): 357-358.
[xiv] Ejemplo de ello es la forma en que la Iglesia Católica Romana interpreta la real presencia de Cristo en la celebración de la Santa Cena vs. la interpretación de las Iglesias Reformadas y Evangélicas. Otro ejemplo, es la doctrina de la salvación, la cual, en cuanto a quiénes han de ser salvos (elección divina); es interpretada por arminianos y calvinistas de manera diferente. Aunque es evidente y claro para todos que el autor y consumador de la misma es Jesucristo.
[xv] El exponente de éste método lo fue el teólogo Paul Tillich. Para Tillich, la teología, es la exposición metódica de los contenidos de la fe cristiana. Para entender y comprender su método correlacional es necesario leer : "El método de correlación" en su Teología sistemática I: La razón y la revelación El ser y Dios (Salamanca: Ediciones Sígueme, 2001): 86-96. Sin embargo, consideramos que leer toda la amplia introducción de su propuesta metodológica págs. 15-96 será mucho mejor para comprender el método en el contexto discursivo que Tillich lo coloca para comprender el tema de la revelación. 
[xvi] José Barro, Historia de la filosofía, (España: Editorial Vicens-vives, 1989): 49-50.


4 de abril de 2008
Aguadilla, PR